Artículo de Opinión de Jesús Viñas González

La destrucción del olivar de la finca de Los Ardales

Jesús Viñas González.- Tristes presagios de lo que estaba por venir. Así tuve que titular a mi anterior artículo.

Es vergonzosa y escandalosa la canallada que se ha perpetrado en el campo de Almodóvar: ya se ha procedido al descuaje y destrucción del olivar de la finca de los Ardales, insignia de entre sus iguales por extensión e historia. Más de 5000 ejemplares centenarios poblaban dicho paraje. La futura visión del Valle de Placas se cierne sobre nosotros.

¿Qué opinan los poderes públicos de lo aquí actuado? Nada, un silencio bochornoso lo invade todo.

Por su parte, quedaba probado el ánimo municipal de deforestar el municipio de masa arbórea, ahora restaba el campo. Mientras en otras localidades se esfuerzan en aumentar la vegetación, aquí ocurre todo lo contrario. Y para la muestra, un botón: alguien recordará la tala, indiscriminada, de los árboles que cubrían frondosamente la calle Prado de la localidad almodovareña. Ejemplares de álamos negros completamente sanos y robustos. En vez de reparar el acerado levantado por la acción de las raíces de estos árboles, valiéndose de métodos menos gravosos, decidieron “matar moscas a cañonazos”. Todos, o prácticamente, fueron aniquilados. Ya por aquel momento tuvimos que llevarnos las manos a la cabeza.

¿Y, qué se hizo? Nada. Bueno, sí, “desnudar a un santo, para vestir a otro”: se reparó el agravio de aquella manera, plantando arbolitos de jardín que son más aptos para proveer de sombra a las hormigas más que a seres humanos y resto del reino animal, dado el reducido tamaño de las copas y de lo amplio de la calle.

Entendiendo aquella acción, se pueden entender otras como la que nos ocupa: La destrucción del olivar de la finca de Los Ardales.

Yo propongo una actividad que podría organizar el consistorio almodoveño. Con motivo de la Feria Ganadera “La Cuerda” (XIV edición) se fletaron autobuses con el objetivo de que el público pudiera conocer, de cerca, la nueva EDAR municipal. Pues bien, de igual modo, se podría proceder con el olivar de los Ardales. Se podrían realizar visitas guiadas al mencionado paraje, o mejor dicho, a lo que queda de él.

Ya Ardales, a secas. Sin duda, resultaría una salida de campo muy provechosa para la ciudadanía, para que conozca de primera mano las novedades del campo almodovense. Para lo cual sí sería recomendable que vayan pertrechados de protección solar y de gorras o sombreros, así como de botellas de agua, con el fin de evitar insolaciones y quemaduras ante la ausencia de sombra y las altas temperaturas cuasi propias del ardor canicular. Pero, especialmente, esta visita interesaría, y de qué manera al Excmo Ayuntamiento de Almodóvar del Campo que, si no conoce de dicha actuación, le invito a que lo haga y conozca de cerca los estragos realizados, que, por desgracia, son irremediables. Y, sobre todo, para que tomara, de una vez por todas, cartas en el asunto, así como que sopesara si merece la pena la producción energética “limpia” prevista con la construcción de este huerto solar, y de otros de similar envergadura, y el rastro de destrucción que deja consigo. Destruir medioambiente para preservarlo. No puedo compartir esa “lógica”.

Esto, sin duda, son tachas difícilmente borrables de la memoria colectiva, y espero que, al igual que otras ignominias pasadas, ésta que nos ocupa no caiga en el olvido.

Jesús Viñas González

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