Artículo de Opinión de Casimiro Sánchez Calderón, presidente de honor del Partido Ibérico Íber y exalcalde de Puertollano

Hispanidad: Pilar de valores éticos

Casimiro Sánchez Calderón.- Un júbilo desbordante llena los corazones de los zaragozanos y zaragozanas celebrando cada 12 de octubre la festividad de su patrona, la Virgen del Pilar, y ese mismo gozo se proyecta desde la ciudad mañana muchos lugares del planeta para recordar una efemérides histórica: La Hispanidad. Es esta festividad del 12 de octubre, sin lugar a dudas, la fecha más señalada del recuerdo y del encuentro de España con una parte importante de su pasado histórico, y Zaragoza, “especialmente”, se convierte en símbolo permanente de una religiosidad de siglos y de una potencia mundial, España, que, junto a Portugal, acometieron una de las hazañas más señeras de la Historia del Humanidad: la primera globalización.

El análisis de hechos históricos tan trascendentales, el aprendizaje de decisiones y actos que hay que juzgar desde la perspectiva de aquellos tiempos, la aplicación de aquellas enseñanzas, suprimiendo los errores, a los tiempos presentes y futuros, deben ser el buque insignia de la vocación ibérica por establecer lazos de unión entre todos los países de habla española y portuguesa (países iberófonos), y nada mejor que este día para recordarlo y proponerlo.

Como dijo el poeta portugués Fernando Pessoa: “Lo que conviene de forma suprema es crear, desde este momento, la ibericidad (iberidad). Hacer converger todas las energías de nuestra alma hacia un fin. Este fin es Iberia, Iberia como hermana espiritual de las Américas ibéricas (y no latinas) …”

Sin entrar en el pensamiento ideológico de la conquista o de los variados sentimientos de los muchos iberistas que ha dado la historia, hay evidencias genéticas, culturales, idiomáticas, religiosas,científicas, hasta económicas, que justifican ese hermanamiento de naciones en torno a una Comunidad Íber de raíz histórica y de fuerza impulsora que estudie con seriedad y realismo los problemas actuales internos y del Planeta, y tenga capacidad para aportar soluciones reales que garanticen su supervivencia y la de los seres que la pueblan.

Es el propio planeta que habitamos quien exige que, frente a las actuales potencias hegemónicas (Estados Unidos y China) surja una alternativa, un bloque de naciones hermanadas por la civilización y con mayor altruismo que ejerza un equilibrio entre capacidad planetaria para mantener sus seres vivos y las verdaderas necesidades de consumo.

No podemos aceptar desde la Hispanidad que nuestro planeta tiene un fin próximo e inevitable,y que la solución está en la huida al espacio o a otros mundos, como proponen dos de las más grandes fortunas planetarias: Jeff Bezos, dueño de Amazon, que pretende construir grandes estructuras que orbiten alrededor de la Tierra con capacidad para un millón de personas, con los servicios más sofisticados, o la Elon Mush, que ha fijado sus objetivos humanos y económicos en Marte, y pretende crear colonias permanentes en él.

Nada mejor que Zaragoza, que es resistente pilar de fe religiosa, de costumbres y ética ejemplares, de emprendimiento económico, de cultura ibérica expandida hacia Oriente y Occidente para realizar un canto a la Hispanidad que fuimos y hacia la Hispanidad que el planeta Tierra necesita.

Evitar progresivamente el Calentamiento Global Antropogénico, establecer medidas permanentemente para acabar con el hambre el mundo, plantear seriamente el problema de la superpoblación del planeta, evitar el agotamiento de los recursos naturales, crear una atmósfera de paz entre las naciones, y un sinfín de medidas similares, no menos importantes, pueden ser objetivos generales de esa nueva ética mundial imprescindible que el ser humano y la Tierra necesitan, y que puede sustentarse segura en ese pilar ético, solidario, estable y perenne, que es la Hispanidad.

(Aportación de Javier Calvo terminada. El título y la correlación Hispanidad-Pilar me parece muy acertado. Es mucho atrevimiento hacer correcciones a la persona que lo ha escrito, por su alto nivel de cultura y experiencia. Las he hecho con pudor y para no faltar al aprecio que he sentido, sobra decir, que la última palabra la tiene el autor. Mis aportaciones están en rojo y he suprimido palabras redundantes y repetidas. Gracias por la confianza)

Un júbilo desbordante llena los corazones de los zaragozanos y aragoneses celebrando cada 12 de octubre la festividad de su patrona, la Virgen del Pilar, ese mismo gozo se proyecta desde Zaragoza al resto de España en su Fiesta Nacional y a muchos lugares del mundo para recordar una efeméride trascendental: La Hispanidad.

Esta festividad es la fecha más señalada del recuerdo y del encuentro de España con una parte importante de su pasado, y Zaragoza, con su especial localización en un “Íber” (ribera en griego), término que el latín adaptó a “Hiberus flumen” (río Ebro), que ha dado nombre a la Península Ibérica (la Hispania del Imperio Romano) y a los pueblos Íberos, se convierte en símbolo de una religiosidad de siglos y de un estado, España, que, junto a Portugal, acometieron una de las hazañas más señeras de la Historia de la Humanidad: la Primera Globalización.

El análisis de hechos históricos tan relevantes, el aprendizaje de decisiones y actos que hay que juzgar desde la perspectiva de aquellos tiempos, la aplicación de aquellas enseñanzas, suprimiendo los errores, a los tiempos presentes y futuros, deben ser el buque insignia de la vocación ibérica, por establecer lazos de unión entre todos los países de habla española y portuguesa (Iberofonía). Nada mejor que este día para recordarlo y proponerlo.

Como dijo el poeta portugués Fernando Pessoa: “Lo que conviene de forma suprema es crear, desde este momento, la ibericidad (iberidad). Hacer converger todas las energías de nuestra alma hacia un fin. Este fin es Iberia, Iberia como hermana espiritual de las Américas ibéricas (y no latinas) …”

Sin entrar en el pensamiento ideológico de la conquista o de los variados sentimientos de los muchos iberistas que ha dado la historia, hay evidencias genéticas, culturales, idiomáticas, religiosas, científicas, hasta económicas, que justifican ese hermanamiento de naciones en torno a una Comunidad Íber que estudie con seriedad y realismo los problemas actuales internos y del Planeta, y tenga capacidad para aportar soluciones reales que garanticen su supervivencia y la de los seres que lo pueblan.

Es el propio planeta que habitamos quien exige que, frente a las actuales potencias hegemónicas (Estados Unidos y China) surja una alternativa, la Comunidad Íber, que con mayor altruismo ejerza un equilibrio, entre capacidad planetaria para mantener sus seres vivos y las verdaderas necesidades de consumo.

No podemos aceptar desde la Hispanidad que nuestro planeta tiene un fin próximo e inevitable,y que la solución está en la huida al espacio o a otros mundos, como proponen dos de las más grandes fortunas: Jeff Bezos, dueño de Amazon, que pretende construir estructuras que orbiten alrededor de la Tierra con capacidad para un millón de personas, o Elon Mush, que ha fijado sus objetivos humanos y económicos en Marte, y quiere crear colonias permanentes en él.

Nada mejor que Zaragoza, que es resistente pilar de fe religiosa, de costumbres y ética ejemplares, de emprendimiento económico, de cultura ibérica expandida hacia Oriente y Occidente, para realizar un canto a la Hispanidad que fuimos y hacia la Hispanidad que el mundo necesita.

Evitar progresivamente el Calentamiento Global Antropogénico, establecer medidas para acabar con el hambre en el mundo, plantear seriamente el problema de la superpoblación, evitar el agotamiento de los recursos naturales, crear una atmósfera de paz entre las naciones, pueden ser objetivos generales de esa nueva ética mundial que necesitamos, y que puede sustentarse en ese pilar solidario, estable y perenne, que es la Hispanidad.

Casimiro Sánchez Calderón, presidente de honor del Partido Ibérico Íber y exalcalde de Puertollano

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