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Dedican sendas exposiciones a su figura para analizar su pasión bibliófila y el papel que desempeñó en el campo de la promoción artística

El Museo Nacional del Prado y la Biblioteca Nacional de España recuperan la memoria del marqués de Santillana

Por José Belló Aliaga

La colaboración entre el Museo Nacional del Prado y la Biblioteca Nacional de España ha permitido la organización de “El Marqués de Santillana. Imágenes y letras”, un proyecto que podrá visitarse hasta el próximo 8 de enero en ambas instituciones y que ayudará a entender y conocer mejor al marqués de Santillana, una de las personalidades más relevantes de la Castilla del siglo XV, como innovador promotor artístico a través de una selección de manuscritos y otras pinturas singulares-una de ellas se exhibe por primera vez en España-en el Prado, mientras que la Biblioteca Nacional de España muestra una selección de las piezas más representativas de la biblioteca del Marqués.

Rueda de prensa

En la sala 56 B del edificio Villanueva del Museo del Prado, tuvo lugar la rueda de prensa de presentación de la exposición “El marqués de Santillana. Imágenes y letras”, que, en el Prado, cuenta con la colaboración de la Comunidad de Madrid.

En ella participaron, por orden de intervención, Miguel Falomir, Director del Museo Nacional del Prado, que coordinó el acto; Ana Santos Aramburo, Directora de la Biblioteca Nacional de España; Daniel Martínez Rodríguez, Viceconsejero de Cultura, Turismo y Deporte de la Comunidad de Madrid, Isabel Ruiz de Elvira Serra, Directora del Departamento de Manuscritos, Incunables y Raros y comisaria de la exposición y Joan Molina Figueras, Jefe de Departamento de Pintura Gótica Española del Museo del Prado y comisario de la exposición.

El Museo Nacional del Prado y la Biblioteca Nacional de España dedican sendas exposiciones a la figura del marqués de Santillana

Publicación

“El marqués de Santillana. Imágenes y letras” se acompaña de una publicación que profundiza en el estudio de los miniaturistas responsables de las imágenes, así como en el desvelamiento del interés del marqués por las tendencias estéticas más innovadoras de su época, y en particular por aquellas gestadas en Flandes e Italia. También se celebrarán diferentes actividades en el Museo Nacional del Prado, la Biblioteca Nacional de España y la Real Academia Española.

Con estas exposiciones también se pretende rendir homenaje a los tristemente desaparecidos Javier Docampo y Fernando Villaseñor, dos de los mejores especialistas españoles del libro medieval, promotores de una muestra sobre la biblioteca del marqués de Santillana, de la que ahora se recoge el testigo bajo una nueva perspectiva y dimensión.

En el Museo Nacional del Prado

Íñigo López de Mendoza, el marqués de Santillana (1398-1458), noble culto y poderoso, se distinguió tanto por cultivar las letras – fue un destacado poeta e historiador de la literatura que reunió una excepcional biblioteca- como por una activa labor de promoción artística.

En la sala 57 A, junto al Retablo de los Gozos de santa María, obra maestra de Jorge Inglés depositada en el Museo en 2011 por Íñigo de Arteaga y Martín, XIX Duque del Infantado, se reúnen de manera excepcional, ya que se encuentran en colecciones particulares, otras cuatro obras de este mismo autor, que confirman el protagonismo del marqués en la asimilación de nuevas fórmulas pictóricas de inspiración flamenca en Castilla, como son el San Jorge y el dragón de la Leiden Collection de Nueva York y tres tablas que formaron parte del retablo de la Virgen en Villasandino (Burgos).

15 manuscritos

Los 15 manuscritos suntuosamente iluminados que incluye la exposición, procedentes en su mayoría de la Biblioteca Nacional, son destacados ejemplares del libro de lujo del siglo XV y sirven para poner de manifiesto los innovadores gustos estéticos de Íñigo López de Mendoza, que van desde la aceptación de las propuestas del realismo flamenco hasta las renovadoras decoraciones desarrolladas en la Italia del Renacimiento. Junto a ellos, se exhiben también un relieve con la efigie de Alfonso V El Magnánimo​ y dos medallas de Pisanello.

Cuatro objetivos

Desde una perspectiva científica, cuatro son los objetivos principales de la exposición y de los estudios del catálogo que la acompaña. En primer lugar, presentar el Retablo de los Gozos de santa María bajo nuevas perspectivas que pongan de relieve su excepcionalidad formal e iconográfica en el contexto de la pintura hispana de mediados del siglo XV. Igualmente se pretende ahondar en los particulares usos y percepciones que tuvo en su marco topográfico original, el antiguo hospital de Buitrago.

La inclinación del marqués hacia el nuevo lenguaje septentrional, y su expresión a través de los encargos a Jorge Inglés, constituye el segundo objetivo de la exposición. En este ámbito, además de pinturas, es relevante la presentación de algunos manuscritos castellanos que, muy probablemente, cuentan con iluminaciones de signo flamenco anteriores a la realización del retablo, circunstancia que pone de relieve su preeminencia cronológica en la rápida asimilación de este nuevo lenguaje visual por parte del marqués.

Libros humanistas

La tardía pero decidida afición de Santillana hacia los libros humanistas constituye el tercer vértice de la muestra. Es allí donde se abunda en su relación indirecta con Vespasiano di Bisticci, uno de los libreros más activos en la Florencia cuatrocentista, pero también con otros destacados bibliófilos hispanos, como el monarca Alfonso el Magnánimo y los nobles castellanos Nuño de Guzmán e Iñigo Dávalos, todos ellos relacionados con destacados representantes del humanismo italiano.

Por último, el cuarto y conclusivo objetivo intenta desentrañar hasta qué punto las inclinaciones estéticas del marqués deben interpretarse, más allá de un refinado e innovador gusto, como una manifestación de prestigio y autoafirmación en un contexto político de fuertes enfrentamientos entre los miembros en el estamento nobiliario. Una interpretación que, en otro orden de cosas, también puede aplicarse a la propia biblioteca, expresión del signo legitimador de la cultura en el Cuatrocientos.

En la Biblioteca Nacional de España

La comisaria de la exposición, Isabel Ruiz de Elvira Serra, afirma: Don Íñigo López de Mendoza (Carrión de los Condes, Palencia, 1398 – Guadalajara, 1458) representa el paradigma de noble castellano poderoso y culto, a caballo entre la Edad Media y el Renacimiento. Sus dos grandes pasiones fueron las armas y las letras, tal y como él mismo dejó escrito en sus Proverbios: “La sçiençia non embota el fierro de la lança ni faze floxa la espada en la mano del caballero”.

Involucrado a fondo en la compleja política de la primera mitad del siglo XV, participó en numerosas batallas, algunas de las cuales le valieron el reconocimiento del rey Juan II de Castilla, que le concedió en 1445 el marquesado de Santillana, además de otros muchos señoríos. Pero su activa vida política y militar no le impidió dedicarse también con gran aprovechamiento la lectura y a la escritura.

Al igual que otros grandes de su época, como Enrique de Villena, el conde de Haro, el conde de Benavente y el propio rey Juan II, quiso rodearse de buenos y bellos libros (todos ellos manuscritos, ya que murió antes de que se difundieran los primeros productos de la imprenta). La bibliofilia de los nobles, relativamente infrecuente en una época en la que los libros eran todavía patrimonio casi exclusivo de los eclesiásticos, se empezaba a considerar un signo de riqueza, distinción y modernidad, y otorgaba un prestigio especial a quienes la practicaban. Con este ánimo, nuestro personaje fue formando en su palacio de Guadalajara la que llegaría a ser la biblioteca peninsular seglar más rica de la época, según testimonios de sus contemporáneos.

Pléyade de escritores y eruditos

Para ello se relacionó con una pléyade de escritores y eruditos que ejercieron como prescriptores de las obras a comprar. Frecuentaban su círculo notables literatos como Enrique de Villena, Juan de Mena, su tío Fernán Pérez de Guzmán, o su sobrino Gómez Manrique. Y también mantuvo estrecho contacto con personajes castellanos que por sus estancias en Italia tuvieron el privilegio de conocer directamente a humanistas de primera fila. Es el caso del obispo de Burgos Alonso de Cartagena, del mecenas y bibliófilo cordobés Nuño de Guzmán, y de su pariente y amigo Íñigo (o Enyego) López Dávalos, camarlengo del duque de Milán y de Alfonso el Magnánimo.

De esta forma, el Marqués consiguió hacerse con lo más selecto y avanzado del saber de la época. Junto a obras procedentes del ámbito hispano (tanto en castellano como en aragonés y en catalán) representativas del pensamiento religioso, la literatura y la historia bajomedieval, atesoró otras francesas y sobre todo numerosos frutos de la actividad humanística llegados de Italia: clásicos griegos y latinos, y modernos autores italianos. Pero, siguiendo la línea del llamado “humanismo vernáculo” en el que se movían los nobles castellanos, el Marqués prefería leerlos en su lengua: no se manejaba con soltura en latín y aunque conocía bien el italiano, el catalán y el francés, le gustaba en cualquier caso contar con buenas traducciones al castellano.

Por ello, además de adquirir copias ya existentes y encargar otras al librero y humanista florentino Vespasiano da Bisticci, don Íñigo quiso disponer de un scriptorium propio en el que mandó traducir, copiar e iluminar especialmente para él las obras que más le interesaban. En esas tareas participaron diferentes letrados adscritos a su casa, muchos de ellos judeoconversos. Además, para decorar sus manuscritos contó con artistas de la escuela del maestro Jorge Inglés, introductor del arte flamenco en Castilla.

Sólido bagaje cultural

Don Íñigo dedicaba muchas horas a la lectura de estos libros, que le proporcionaron un sólido bagaje cultural a la hora de escribir sus propias obras, en verso y en prosa. El Marqués, gracias al poso que le dejaron estas lecturas – sobre todo las de los clásicos y las de los humanistas italianos – consiguió forjar una obra literaria que está considerada, junto con las de Juan de Mena y Jorge Manrique, como una de las cumbres del prerrenacimiento castellano.

No sabemos cuántos ejemplares llegó a poseer, pues desgraciadamente en su testamento ordenó que todos ellos fueran vendidos para saldar deudas y para obras piadosas, excepto 100 o 120 que deberían escoger sus herederos. Pero los libros que han sobrevivido son indudablemente un tesoro, tanto por los textos como por la iluminación. La mayoría están ornamentados con iniciales decoradas y bellas orlas en las que aparece su escudo de armas y las divisas “Ave María” y “Dios e vos”, y algunos de ellos están encuadernados en cordobán de gran calidad con decoración mudéjar y los yelmos de su emblema.

Once manuscritos

En esta muestra se exhiben once de los manuscritos más notables de su biblioteca, algunos de ellos cerrados, para poder contemplar sus encuadernaciones. La tradición hispana estará representada por obras como la del sabio judeoespañol Maimónides, la Grande e General Estoria de Alfonso X el Sabio, la Historia Gothica de Rodrigo Jiménez de Rada, “el Toledano”, la tercera parte de la Crónica de España encargada por el aragonés Fernández de Heredia, o la Natura angélica del franciscano catalán Eiximenis, que llegó a ser casi un “best-seller” de la época. Se podrá ver asimismo una obra francesa también muy difundida por la Europa meridional, el Arbre des batailles de Honoré Bovet. Y del humanismo y el arte italiano darán cuenta tres preciosos códices florentinos: dos obras de Petrarca y Boccaccio, y la traducción al toscano de las obras de Cicerón.

Finalmente se exponen también tres obras literarias del Marqués en copias del siglo XV que, aunque no proceden propiamente de su biblioteca, consideramos que pueden dar una idea de otros ejemplares hoy perdidos que sí formarían parte de la misma: el Diálogo de Bías contra Fortuna, el llamado Cancionero de Barrantes, que contiene 12 composiciones de su autoría y el dezir narrativo El infierno de amor que se halla dentro del bellísimo códice del Cancionero de Stúñiga.

José Belló Aliaga

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Título de la exposición
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Miguel Falomir, Director del Museo Nacional del Prado, que coordinó el acto
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Retablo de los Gozos de santa María. Jorge Inglés. Óleo sobre tabla, 497 x 463 cm
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Ana Santos Aramburo, Directora de la Biblioteca Nacional de España
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San Jorge y el dragón. Jorge Inglés. Óleo sobre tabla, 169 x 57 cm
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Daniel Martínez Rodríguez, Viceconsejero de Cultura, Turismo y Deporte de la Comunidad de Madrid
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Giovanni Bocaccio. Filostrato. Miniaturista del marqués de Santillana (iluminador)
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Isabel Ruiz de Elvira Serra, Directora del Departamento de Manuscritos, Incunables y Raros y comisaria de la exposición
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Antonio di Puccio Pisano, Pisanello. Iñigo Dávalos
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Joan Molina Figueras, Jefe de Departamento de Pintura Gótica Española del Museo del Prado y comisario de la exposición
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Natividad. Jorge Inglés. Óleo sobre tabla, 95,5 x 51,5 cm.
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Vista de la exposición
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Alfonso V el Magnánimo. Isaia da Pisa. Mármol, 34,5 x 28 x 4,5 cm.
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Profeta David. Jorge Inglés. Óleo sobre tabla, 42 x 26 cm.
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La exposición, en la Biblioteca Nacional de España
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Angelical natura. Francesc Eiximenis. Iluminador anónimo
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Grant crónica de Espanya: Tercera partida. Juan Fernández de Herédia. Sancho Gontier (iluminador)
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Discursos sacados de la Historia de la guerra del Peloponeso. Tucídides. Jean de Toulouse (iluminador)
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Encuadernaciones
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Vista de la exposición
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Alfonso X, rey de Castilla. Onzena parte de la General estoria. Maestro del Paulo Diácono (iluminador)
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