Un bonito texto de Juan Carlos Sánchez Roldan

El hombre que vendía rosas

Jamás imagine que un pequeño gesto por mi parte pudiera tener tanta repercusión y en tanta gente a la vez.

Corría el año 2005 -2006 cuando un habitante de la Daca (Bangladesh) decidió viajar a Madrid en busca de una vida mejor, se instaló como no podía ser de otra manera, en un piso compartido con otros compatriotas, en la zona de Tetuán y empezó a buscarse la vida de la mejor manera posible, en esa época yo regentaba un bar en el conocido barrio de Chamberí, de hecho mi bar llevaba ese castizo nombre “cervecería la D´ Chamberí “ uno de esos bares que ahora tanto se echa de menos, donde todos o casi todos nos conocíamos, donde todo el mundo podía o sabía que se podía encontrar con sus amigos en cualquier momento. Donde se podía ver el fútbol de otra forma, todavía recuerdo los partidos de los Europeos o Mundiales, para los que yo encargaba camisetas con el logo de la D, y recuerdo ver el bar con más 60 o 70 personas todas con esa misma camiseta, gritando cada gol, cada jugada, muchos tienen ese mismo recuerdo.

En esa época era muy común que cada día pasasen persona por el bar vendiendo cd, y también Rosas, no molestaban, simplemente ofrecían sus productos y si querías comprabas o no, con el tiempo yo cogí confianza con varios de ellos, de hecho, hoy en día sé que muchos eran familia.

Ahí fue cuando conocí a mi amigo Saeed, era un chaval de 25 años, muy educado y siempre amable, recuerdo que también era un gran aficionado del Real Madrid y era común verle sentado en las escalera de mi bar viendo algún partido, por supuesto solo a ratos pues necesitaba andar mucho para poder vender sus Rosas, se le veía con ganas de aprender, era normal vernos hablar siempre que tenía ocasión, e interesarse por cómo iba el negocio, con el tiempo supe que vino de su país con estudios superiores. Recuerdo también que en una de las ferias de la tapa de Chamberí tuve que pedirle ayuda porque no dábamos a basto, y no lo dudo ni un segundo, se puso un mandil y empezó ayudando a María a fabricar salmorejo, yo creo que fue su primer trabajo de camarero, se le veía contento a pesar de no saber muy bien que tenía que hacer, pero se apañó bastante bien, ese fin de semana servimos más de 1500 cacitos de salmorejo fue un éxito rotundo. Después de esto me pidió ayuda para arreglar unos papeles que le permitieran conseguir un permiso de trabajo, no lo dudé.

Unos años después me dijo, Carlos ya solucioné mi documentación, y puedo volver a mi país.

Él quería volver para poder casase, y así lo hizo. Durante mucho tiempo no supe nada de él, la vida seguía su curso, hasta que un buen día me llamó para decirme que volvía a España, y esta vez no lo hacía solo, sino que venía con su esposa, me dijo que quería asentarse en Tenerife, me pareció buena idea y no tardé en ofrecerle ayuda, ya que en Tenerife vive una de las mejores amigas de mi mujer y mía, Pilar que así es como se llama, tampoco lo dudó y le ofreció fijar su residencia en su domicilio para poder comenzar un proyecto de vida,

Volvió a pasar un tiempo sin saber nada de él, pero ahí mi sorpresa cuando volví a contactar con él me contó cómo le iban las cosas, ya llevaba viviendo en canarias unos 10 años, me contó que empezó abriendo una de esas tiendas que son un pequeño supermercado a pie de calle, que siempre están disponibles, que poco apoco se fue haciendo con algunos negocios.

Hoy a enero de 2022 es propietario de al menos 5 restaurantes en Playa de las Américas, también tiene dos pequeños supermercados a pie de calle, en total da trabajo a más de 27 persona en España, también tiene una tienda de motos en Daca su ciudad natal, y la farmacia de uno de los hospitales más importantes también es suya, pero para mí lo más importante de todo, y de lo que más orgulloso me siento es de cómo ha sido gastado el dinero ganado en España, pagó la carrera de muchos de sus familiares, primos , sobrinos etc.

Y lo más importante si cabe, es que ha abierto un Colegio para niños huérfanos, recogidos en la calle donde a día de hoy viven más de 150 niños, que tienen ahora un techo, comida y todas sus necesidades cubiertas gracia a Mi Amigo Saeed, el hombre que vendía Rosas.

Gracias por haberte conocido.

Juan Carlos Sánchez Roldan