Entrevista de 'La Comarca de Puertollano' al protagonista de 'HIT', que llega este sábado al Auditorio con su nueva obra

Daniel Grao: "Volver a Puertollano con 'La Máquina de Turing' va a ser bonito, por el cariño y por la calidez"

Hay ganas de ver de nuevo a Daniel Grao. Sobre todo en Puertollano, pues aquí ya le conocemos por su papel en la segunda temporada de la serie ‘HIT’, cuyo rodaje se desarrolló mayormente en nuestra ciudad. Y a Puertollano vuelve el actor catalán, ya que este sábado 5 de marzo a las ocho de la tarde subirá a las tablas del Auditorio Municipal ‘Pedro Almodóvar’ junto a Carlos Serrano para representar ‘La máquina de Turing’. ¿Las entradas? No muchas, pero aún quedan, al precio de 20 euros en el patio de butacas y de 18 en el anfiteatro, tanto en taquilla como a través de globalentradas.com.

En esta entrevista que Daniel Grao ha concedido a ‘La Comarca de Puertollano’ hablamos sobre cómo se sintió en tierras puertollanenses, su infancia, la interpretación, la educación o la guerra. Y también un poco, cómo no, sobre ‘La Máquina de Turing’.

¿Qué te evoca Puertollano? ¿Cómo fue el tiempo que pasasteis aquí?

Tengo muchas ganas de volver a Puertollano, va a ser un reencuentro bonito. Yo no conocía la ciudad pero de ella destacaría su calidez y su cariño. Ricardo Oristrell, creador de ‘HIT’, ya nos dijo que Puertollano era perfecta por lo que ofrecía fílmicamente hablando, y la verdad es que se quedó corto, ya que ha sido ideal para el rodaje por lo rural, por lo urbano, por el Museo de la Minería… pero aparte de eso, nos sentíamos muy bien acogidos cuando íbamos a tomar algo o a dar un paseo.

Lo cierto es que tanto el rodaje como el preestreno de ‘HIT’ han permitido descentralizar un poco estos grandes eventos, alejándose de las ciudades de siempre, como Madrid o Barcelona, y ayudando a zonas que, como Puertollano, sufren despoblación, ¿no crees?

Totalmente, al final esto ha sido una excusa perfecta para poner en el mapa lugares como este, para que nos suenen y los ubiquemos, y para que los vecinos vivan experiencias de grandes ciudades. De hecho, al principio me sorprendió que TVE apostase también por Puertollano para el preestreno porque no era sencillo hacerlo, técnicamente hablando. Lo cómodo hubiese sido quedarse en Madrid, pero como te digo, el rodaje ha sido una excusa muy buena para ello.

De cara a una posible tercera temporada, ¿nos tocará algo a Puertollano?

(Risas) No puedo contar nada. Lo único que se ha dicho desde TVE es que sería buena idea seguir una temporada más, pero hasta que no se haga oficial no puede añadir más. Hay buenas intenciones, quedémonos con eso.

En alguna ocasión has dicho que eras un niño serio, y también que la interpretación te salvó. ‘HIT’ es una serie que trata sobre esa adolescencia, a veces complicada. ¿Te sentiste identificado?

Bueno, lo cierto es que yo no tuve una adolescencia conflictiva, nunca estuve tan perdido como algunos de nuestros alumnos. Mi niñez, de hecho, fue feliz. Pero me veo reflejado en mi hijo mayor a la hora de analizarlo todo, de ahí la seriedad. Posteriormente, como adolescente, sí que tuve una situación familiar más desintegrada pero di con un profesor que fue mi ‘HIT’. Encontrar algo que te apasione es sumamente importante, por eso digo que la interpretación me salvó.

Te has hecho con galardones como el ‘Fotogramas de Plata a Mejor Actor de Teatro’ por ‘La Máquina de Turing’, y también has estado nominado en los Premios ‘Feroz’ por ‘HIT’. ¿Estás en el mejor momento de tu carrera?

Estoy en un momento artístico y creativo muy bonito y muy maduro. Me han llegado, además, grandes proyectos en este momento vital en el que me animo a hacer cosas nuevas, antes era más inexperto y me atrevía menos. ‘HIT’, por ejemplo, es muy distinto al personaje de ‘La Máquina de Turing’, aunque ambos son muy potentes. Con el primero me sentí muy libre, pude modificar textos y hacerlos míos. El segundo es más particular, más alejado a los que estaba acostumbrado a hacer.

El recibimiento de la obra este sábado en Puertollano será muy bueno, sin duda. El resto de ciudades, ¿cómo la han acogido?

Lo que más me suelen comentar es que a los cinco minutos ya no me veían a mí, sino al personaje, por lo que te he comentado antes. Más allá del aspecto histórico de la obra, está el carácter tan peculiar del protagonista, incluso algo friki. Alguien que vio tanto en su generación y al que, sin embargo, su sociedad intenta destruir. Pero también aparecen elementos triviales, incluso humorísticos, por lo que el público se suele llevar a sensación de haber espiado un trozo de vida.

El maldito COVID-19, sin embargo, ha obligado a aplazar algunas fechas, como la de Puertollano. ¿Cómo lo habéis vivido?

Podemos decir que hemos tenido muchísima suerte, porque solo hemos tenido que cambiar las fechas de Puertollano y de Guadalajara por un par de positivos en el equipo, aunque finalmente las hemos podido reubicar, por lo que lo hemos vivido con relativa normalidad.

En lo que respecta a los aforos, hemos tenido de todo. Desde el 30% o el 65%, hasta todo lleno, como en el Gran Teatro de Córdoba, por ejemplo. Ahora estamos en una etapa muy parecido a la que había antes de la pandemia.

Si tienes que elegir, ¿te quedas con el teatro, con el cine o con la televisión?

No puedo elegir, sería como escoger entre mis hijos (risas). El teatro tiene algo distinto, adictivo, la adrenalina del directo, pero también el público es distinto, a veces se ríen o se emocionan en momentos diferentes. Pero el trabajo con la cámara de cine y de televisión, que a la hora de rodar es lo mismo, es con lo que empecé, y esa relación con la cámara me encanta, te lee cualquier pensamiento y tienes que ser muy sincero.

‘La Máquina de Turing’ se desarrolla en plena II Guerra Mundial. Hoy, vivimos otra guerra, la que ha comenzado Rusia con Ucrania. ¿Hemos aprendido algo?

Quiero ser positivo siempre y quiero pensar que el ser humano va evolucionando, pero lo vamos haciendo muy lentamente, dando dos pasos hacia adelante y dos hacia atrás. Parece mentira que, con lo que nos necesitamos todos, nos metamos en algo así, algo que nace tanto del ego.

Pero no solo pasa con la guerra, también con la homofobia, como sucede en esta obra con el protagonista y como lamentamos cuando vemos palizas a homosexuales. O con la xenofobia. En definitiva hay que elevar el nivel de conciencia, puesto que nos quejamos de lo mal que va el mundo, los políticos o la sociedad, como si no formásemos parte de todo ello. Esas cosas son el reflejo de nosotros mismos, y por ello en ‘HIT’ se apela a esa educación que no depende de datos y de números, sino del propio ser, para evitar esa lucha del ego.

La historia de ‘La Máquina de Turing’

Manchester, 1952. Tras haber sufrido un robo en su casa, el profesor Turing presenta una denuncia en la comisaría, hecho que no escapa a los servicios secretos; y por una buena razón, pues Alan Turing es el hombre que descifró el código nazi “Enigma”, que los alemanes utilizaban durante la guerra para para cifrar sus mensajes. El sargento Ross descubre a un hombre atípico y encantador del que se hace amigo. Pero Alan Turing será condenado por homosexualidad y finalmente se suicidará.

La Historia es injusta. La posteridad intenta no serlo, pero, ¿podemos estar seguros de que ésta no crea nuevas injusticias? La vida de Alan Turing es, en cualquier caso, un ejemplo de la represión de un genio, incluso después de haberle hecho un gran servicio a su país, Inglaterra, y a todos aquellos que estaban siendo atropellados o amenazados por la barbarie nazi. Turing es uno de los inventores del ordenador, gracias a su “máquina” que, desde 1940, efectuaba cálculos imposibles para la inteligencia humana. Al mismo tiempo es uno de los héroes de la lucha contra el enemigo, ya que supo frustrar las estrategias de cifrado de la marina alemana. Vitoreado por las autoridades – Churchill, la reina de Inglaterra-, cambió progresivamente su estatus de héroe por el de réprobo. Era homosexual, y según la ley inglesa de la época la homosexualidad era un crimen.

Se han escrito libros y se ha hecho una película en la que se rinde homenaje a este genio de la ciencia humillado por sus coetáneos. Turing ya no es un completo desconocido. Recuperó su imagen de gran hombre. Lo que Benoit Solès, a través de su obra “La Máquina de Turing”, busca y encuentra en la neblina de la Historia, es la soledad del inventor. Este genio, de temperamento delicado y un tanto infantil, vive aislado del mundo. Ama a un camarero que no le quiere.

Adora los dibujos animados de Walt Disney y específicamente a Blancanieves. Se le investiga, y el benefactor se convierte en sospechoso. En este punto de soledad coinciden eruditos, escritores y artistas; son incomprendidos y su nobleza está precisamente en su soledad. No se quejan, se quedan solos mientras se cumple su destino. Esto es lo que Benoit Solès pone en escena, iluminando esa tristeza con una amistad bella e imprevista, pero insuficiente. Así se une Turing, en el imaginario del teatro, a los Galileos, Giordano Bruno y Oppenheimer, vilipendiados mientras vivían y ejemplares tras su muerte. Ejemplares, pero sobre todo, como el Turing visto por Solès, absolutamente cercanos y fraternales. Gilles Costa.

Comentarios