Carta a un padre que (no) se va

Un mes sufriendo es mucho tiempo. Cuatro semanas devastadoras que se lo han llevado todo y que solo han dejado un campo yermo sobre el que debe germinar Margot, lo único bueno que sucedió en aquel maldito hospital.

Han sido días de recorridos kilómetricos por los pasillos; de contar una y otra vez las manchas de las baldosas; de memorizar casi a ciegas el camino hasta el hospital; de pánico a lo que dijesen los médicos; de una UCI encapsulada y aséptica de la que daban ganas de salir corriendo. Normal que lo intensases varias veces.

Sabíamos que la vida era injusta. Lo que no podíamos imaginar es que pudiese serlo tanto. Ya habíamos penado por los hospitales otras veces, tú el primero. Y, como siempre, has sido fuerte, has superado todas las pruebas, pero a veces los obstáculos son gigantes hasta para los grandes hombres como tú. No había escapatoria.

En aquella larga y tortuosa despedida en la que pudimos cogerte la mano hasta el final y decirte todo lo que sentíamos, Mama dijo que eras un hombre inteligente, valiente, de ideas firmes, y que por eso habías conseguido todo lo que habías querido. No me cabe duda, y aunque las lágrimas se agotaron en el hospital, me alegro, al menos, de habernos aferrado, nosotros a ti y tú a nosotros, como si esa fuese la única tabla de salvación. Y es que lo era.

Por eso Mama, con más fortaleza de la que ni ella misma sabe que tiene, no se movió de tu lado. Ni tu hermana, que te lloró hasta el último suspiro. Ni tus queridas hijas, tan distintas, tan iguales, tan verdaderas. También estuvo, embarazada y recién parida, mi Arancha, mi siempre Arancha. Todas ellas grandes mujeres capaces de sostenerlo todo, como también Carmen, Ramona o Marisa.

Cuando ese horrible mes llegaba a su fin, Rocío tocó al piano, más mal que bien, ‘Cielito lindo’, y esa melodía, en mitad del caos, permitió que un rayo de luz se abriese paso en el corazón del hospital. “Canta y no llores”, decía, y prometemos intentarlo. Poco a poco, este dolor y este enorme vacío darán paso al recuerdo de todo lo bueno que nos has dado. Ahora dejo de ser hijo para convertirme en padre, y lo haré sin ti, pero contigo. Porque no te vas, no puedes irte.

Te vamos a echar tanto de menos...

Comentarios