Pastrana va a acoger, entre los próximos días 20 y 22 de abril, un congreso internacional que versará sobre Ruy Gómez de Silva, el que fuera I duque de Pastrana (1516-1573). A pesar de tratarse de una figura histórica trascendente, clave en la primera parte del reinado de Felipe II, llama la atención que Ruy Gómez de Silva “no sea tan conocido por ser quien fue, sino como el consorte de la princesa de Éboli”, destaca Esther Alegre, profesora de la UNED y miembro de la dirección y comité organizador del Congreso. Al contrario de lo que ha ocurrido con centenares de féminas en el devenir de la historia, en este caso fue el duque quien quedó oscurecido, a la sombra de la intensa personalidad de Ana de Mendoza de la Cerda.
Ruy Gómez de Silva nació en Chamusca, Portugal, en 1516. El aristócrata luso, nueve años mayor que el 'Rey Prudente' nacido en Valladolid en 1527, fue su amigo personal desde la más tierna infancia, a pesar de la diferencia de edad que había entre ellos. Muy al contrario, y quizá precisamente por eso, el predicamento de Ruy sobre el futuro rey del imperio, de la monarquía hispánica, será determinante en el devenir de muchos acontecimientos. Realmente se puede considerar que fue un 'protovalido' de Felipe II en pleno siglo XVI, aun cuando realmente esta figura apareció en el siglo XVII. Invariablemente se ha pensado que el monarca ejercía un gobierno absolutamente personal, y es cierto, pero no lo es menos que en torno a él hubo personas clave en cuyo buen juicio confiaba plenamente.
En la primera mitad del mandato de Felipe II, ese asesor fue Ruy Gómez de Silva. El que después sería I duque de Pastrana encabezó una de las facciones políticas más importantes de la época, la denominada ebolista precisamente por él, que luchó por el poder y las influencias en la corte con la de los Alba. En torno a Ruy Gómez se aglutinó el sector portugués, encabezado por Juana de Austria, hermana de Felipe II, que ejerció la regencia mientras el príncipe realizaba su periplo por Europa y acudía a las islas para casarse en segundas nupcias con la prima hermana de su padre, María de Inglaterra.
Fue Gómez de Silva quien favoreció la entrada de portugueses en el entorno de la corte española, algo trascendental en la segunda parte del reinado, cuando Portugal pasó a formar parte de la Monarquía Hispánica. Por herencia, la corona pasó a la dinastía de los Austrias, encabezada entonces por Felipe II. Estos son solo algunos de los hechos históricos del reinado clave de una monarquía que entonces controlaba el mundo en los que influyó el personaje y que serán tratados ampliamente en el Congreso Internacional.
Además de su dimensión política, nacional e internacional, el Congreso abordará también la huella que Ruy Gómez dejó en su señorío. Fue el I duque de Pastrana quien permitió el desarrollo de la villa ducal en un aspecto que históricamente parece antagónico con la nobleza española: la prosperidad económica. “Él imaginó su señorío no sólo desde el prestigio nobiliario; también lo concibió como un gran emporio económico, que dirigió con una visión pragmática y novedosa, y con una gran vocación comercial”, afirma Esther Alegre.
Por su origen, Ruy Gómez conocía la dinámica de desarrollo económico que caracterizaba al Portugal de la época, que se movía como pez en el agua en redes de comercio por todo el mundo. Además, y como consecuencia de los viajes en los que acompañó al todavía príncipe Felipe, Ruy tuvo la oportunidad de aprender del funcionamiento de las ciudades estado italianas, que sustentaban su prestigio y su imagen propagandística sobre una moderna y adecuada manufactura y comercialización de sus productos. Con esos conocimientos, el I duque de Pastrana desarrolló en su señorío una industria sedera puntera que, pese a que ya se había implantado con antelación en Pastrana, él modernizó, estableciendo las redes de comercialización del tejido por todo el mundo a través de las rutas de comercio portuguesas e italianas. Entonces, la seda era un artículo de lujo. Gracias al empuje del duque, se llegó a fabricar en Pastrana un producto exclusivo con la más alta tecnología de la época.
Ruy Gómez tuvo una visión muy clara de lo que debía ser su señorío, y la puso en marcha rápidamente, puesto que desde que se convierte en señor de la villa hasta que muere pasaron únicamente cuatro años largos. “Todo hace pensar que conocía muy bien Pastrana antes de convertirse en su señor. Se sabe que había estado físicamente, de forma previa, y también se puede suponer que tenía muy clara en su cabeza las posibilidades de desarrollo de la villa ducal, por la rapidez con que las puso en marcha”, afirma Esther Alegre.
En ese breve lapso de tiempo, le dio un vuelco al concepto de señorío y también a la estructura urbana de la villa, transformando la lonja señorial, frente a la fachada del Palacio de Covarrubias, en una Plaza de Mercado, abriendo una nueva vía, la que hoy se conoce como la Calle Ancha, y construyendo el primer barrio industrial del urbanismo español, con la intención de dedicarlo a la producción y comercialización.