José Antonio, un inventor de Puertollano creó una prótesis ortopédica en el año 1870 con la que el torero sevillano Antonio Sánchez “El Tato” pudo pasearse por las calles de Madrid como si no hubiera tenido la desgracia de perder una de sus piernas, informaba el periódico de la época “La Correspondencia Universal".
Se trataba de un ingenioso aparato con el que el famoso Tato podía “andar perfectamente, subir escaleras y hacer toda clase de ejercicios sin auxilio de muleta, y no será extraño verle algún día pisar el redondel vestido de corto”, añadía el tabloide “La Esperanza” en otra publicación donde llamaba la atención incluso del ministro de Fomento para el autor del prodigioso invento.
Tras todo esto, El Tato probó fortuna la tarde del 14 de agosto de 1871, en Badajoz, intentando dar un lance al cuarto toro cuarto, pero tuvo que desistir de su empeño, sentándose llorando en el estribo de la barrera.
Se vistió de torero otras dos veces, el 4 de septiembre en la plaza de toros de Valencia y el 24 de septiembre en Sevilla, pero en ambos casos el público no le consintió intentarlo y le hizo desistir de su propósito de torear con una pierna ortopédica.
El Tato nunca más pudo volver a los ruedos aunque, a pesar de su minusvalía, acudía a todas las corridas y a todos los eventos sociales a los que podía por lo que ha quedado para la historia la expresión popular de "no ha venido ni el Tato" como dando a entender que el evento no sería tan importante si él no había ido.
Antonio Sánchez, "El Tato" nació en Sevilla el 6 de febrero de 1831. Se inició en el mundo de los toros como puntillero de Juan Lucas Blanco, pasando luego por todo el escalafón hasta tomar la alternativa en Madrid en octubre de 1953. Pronto estuvo en los carteles más importantes, pero un toro de Vicente Martínez le provocó un grave percance en Madrid en 1869 por el que le fue amputada la pierna derecha.