Ha celebrado tan emblemático cumpleaños en felicidad familiar

Almodóvar del Campo: Carmelo Morena González celebra la vitalidad de cien años rodeado de seres queridos

Este pasado martes el almodovareño Tomás Carmelo Morena González celebraba sus cien años de vida y lo hacía rodeado de buena parte de las generaciones que vinieron en la familia y de uno de sus también longevos hermanos, Jacinto.

Lo hacía en casa de una de una de sus hijas, con el acompañamiento en homenaje consistorial de diferentes ediles, como la titular de Atención a Mayores, Carmen Santos, quien le entregó una felicitación escrita del alcalde, José Lozano, todavía convaleciente.

Carmelo, como así se le aprecia en la localidad, atesora un estado físico y mental muy envidiable para su edad y, pese a cierta dificultad para vocalizar, mantiene un contagioso entusiasmo y vitalidad como muestra al abordar algunos hitos de su biografía.

Nacido trece años antes del estallido de la contienda bélica de 1936, su condición de niño le permitió evitar que tomara las armas, algo que no fue así de afortunado para otros miembros de la familia.

En tiempos de tantas dificultades, empezó prontamente su contribución a la economía doméstica, en calidad de afanoso jornalero, trabajo que mantuvo durante toda su vida laboral y que, tras la jubilación, prolongó en su apasionamiento del cultivo de una huerta.

Casado durante 70 años con Ramona, quien falleció hace tres años, es padre de dos hijas y de un hijo que por temas laborales no vive tan cerca de Carmelo como quisieran, pero que junto a sus hermanas, familiares políticos, sobrinos y nietos, se le mantiene un gran cariño.

En sus tiempos de servicio militar, gran parte del cual cubrió en Badajoz para posteriormente pasar por diferentes destacamentos del norte peninsular, destacó como futbolista, llegando a causar sensación en Burgos y, como él recuerda gratamente, con el Bilbao, deporte que le permitió licenciarse un poquito antes.

Su gran afición por la lectura es otro de los grandes tesoros de su biografía, siendo intérprete y escriba para otros mozos en la mili, en una época en la que el país todavía tenía grandes índices de analfabetismo.

En la visita de los munícipes, Carmelo recibió del Ayuntamiento también un obsequio, así como una tarta que, tras soplar las velas, fue compartida por todos los asistentes.

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